jueves, 27 de noviembre de 2008

40th aniversario

El 27 de noviembre de 1968 se publicaba en el Reino Unido el álbum “The Beatles”, más conocido como el disco blanco (“The White Album”) de los de Liverpool, el décimo en su carrera y uno de nuestros discos favoritos.

Este trabajo es muy conocido por la minimalista portada, cuyo autor, Richard Hamilton, compuso con somera elegancia, a la vez que proponía el título del álbum.

También suele haber consenso a la hora de considerarlo un punto de inflexión en la carrera de los Beatles, quienes, recién llegados de la India con la maleta llena de canciones, aun no se habían repuesto completamente de la muerte de su manager, Brian Epstein, el año anterior. A esto, hay que añadir la consolidación de un personaje clave para la historia de la banda, la japonesa artista de vanguardia, Yoko Ono (“la artista desconocida más famosa del mundo...”, según el propio Lennon).

De este álbum pocas cosas podemos descubrir a estas alturas. Contiene algunas de las mejores composiciones del cuarteto, donde cada uno de los miembros demuestra su capacidad compositiva individual, alcanzando cotas difíciles de igualar, pero desencadenando una lucha de egos irreversible. Sin embargo, parece que este clima de tensión ayudó en el proceso de grabación de este álbum doble con el que alcanzarían su cima compositiva.

En el primer disco nos encontramos canciones de categoría incuestionable, como el baladón “While my guitar gently weeps” obra de Harrison, las ensoñadoras “I will”,
“Julia” (dedicada por Lennon a su tía) o “Blackbird”, además de la archiconocida, y algo trillada, “Ob-la-di-, Ob-la-da”, entre un total de diecisiete temas.

Mientras, el segundo, sin bajar el nivel, parece ganar en potencia, y nos ofrece para nuestro deleite, esa llamada a la revolución, “Revolution#1", con su secuela experimental “Revolution#9”; “Sexy Sadie” que, según Lennon, su autor, estaba inspirada en “I’ve been good to you”, de Smokey Robinson & The Miracles, nada menos. El blues británico toma forma en “Yer blues”, y el germen del heavy (eso cuentan) lo hallamos en “Helter Skelter”.

Se trata de un recorrido estilístico sin precedentes con canciones de tinte personal (“Dear Prudence” se la dedicaron a Mia Farrow, quien coincidió en sus cursos experimentales con los fab four) influenciadas, en definitiva, por su estancia en la India y también, en cierta medida, por la música de Donovan, otro compañero de andanzas orientales.

El disco, único doble en su carrera, lo orquestó y produjo George Martín quien prefería reducir el número de composiciones para grabar así tan sólo las mejores en un único álbum. El grupo se opuso y éste se publico con 30 canciones (por primera vez por Apple). Pese a ello, hubo todavía varios temas que no pasaron el tamiz de Abbey Road.

En la “Antología de The Beatles” por ellos mismos, encontramos diversos pasajes interesantes en relación con este trabajo:

JOHN: “Glass onion” es mía, una canción sin importancia, a lo “Walrus”, al estilo de todo lo que he escrito. Incluí la frase “the walrus was Paul” sólo para confundir al personal. Pude haber dicho “el fox terrier es Paul”. Un poco de poesía, eso es todo. Me reí mucho porque dijeron muchas estupideces sobre Pepper...lo tocas al revés y haces el pino y todo eso.
Durante esa época yo seguía en mi nube de amor con Yoko. Pensé en decirle algo agradable a Paul:”Enhorabuena, has hecho un buen trabajo, has conseguido mantenernos unidos durante todos estos años”. Él era quien se encargaba de organizar el grupo, y yo quise reconocérselo. Pensé:”Se lo merece, yo tengo a Yoko. Te concedo todo el mérito”.
Incluí esa frase porque me sentía culpable por estar con Yoko y abandonar a Paul. Es una forma perversa de decir a Paul:”Toma esas migajas, esa ilusión, esa pincelada, porque yo me largo”.

PAUL: Una de las cosas más atractivas del álbum era la carátula. Yo tenía muchos amigos en el mundo del diseño, y con Sgt. Pepper había trabajado con Robert Fraser. Conocía a muchos artistas a través de él, y uno de sus colaboradores en aquella época era Richard Hamilton.

Yo había asistido a un par de exposiciones y me gustaba el trabajo de Richard, de modo que lo llamé y le dije: “Vamos a sacar un nuevo álbum.¿Te gustaría diseñar la carátula?” Richard aceptó, y entonces pregunté a los otros si estaban conformes. Dijeron que si y que me encargara del asunto.

Yo iba a casa de Richard en Highgate para hablar con él del tema, y un día dijo: “Consígueme todas las fotos que tengáis de cuando erais bebés o niños y haremos un collage”.(...)
Cuando Richard hubo terminado, dijo: “Ye tenemos el póster, ¿Qué vamos a hacer sobre la carátula?¿Cómo se titula el álbum?” Luego preguntó: “¿Tenéis algún álbum titulado The Beatles?” Yo respondí que no, pero lo verifiqué porque no estaba seguro Siempre los titulábamos Beatles For Sale, Meet The Beatles, With The Beatles o algo parecido, pero no existía ninguna que se llamara simplemente The Beatles. Richard dijo que deberíamos titularlo así, y todos se mostraron de acuerdo.

Richard, que es muy minimalista, quería que la carátula del disco fuera totalmente blanca con la palabra “Beatles” inscrita en ella. Por otra parte, tenía un amigo al que le gustaba emborronar un poco los diseños con un pedazo de chocolate o lo que fuera, de modo que Richard decidió añadir una “mancha de manzana” sobre un pedazo de papel. Eso resultó muy complicado, de modo que dijimos: “Deja la cubierta completamente blanca”.

Luego se le ocurrió la idea de numerar cada álbum, lo cual me pareció interesante de cara a los coleccionistas. Habría el álbum 000001, 000002, 000003 y así sucesivamente. Si uno adquiría el 000200, por ejemplo, significaría que era un álbum antiguo, lo cual era una idea fantástica desde el punto de vista comercial. No fue fácil convencer a los de la EMI, quienes dijeron que no podían hacerlo. Yo insistí. “Es como un cuentakilómetros. No veo por qué va a ser tan complicado numerar cada disco que sacáis al mercado”. Por fin hallaron el medio de hacerlo. Creo que al cabo de un tiempo dejaron de numerar los álbumes, de modo que no todos los álbumes “blancos” tienen un número. Pero fue una buena idea y nosotros conseguimos los primeros cuatro. Creo que John consiguió el primero. Fue el que gritó más fuerte.

RINGO: Yo conseguí el número uno, porque soy un encanto. John, sin embargo, podía ser la persona más amable y cariñosa, cuando quería. No era tan cínico como la gente piensa. Yo conseguí el número uno aquí y el número cuatro en América.

GEORGE: Resultaba chocante ver a Yoko sentada todo el tiempo. No es que Yoko nos cayera mal o no nos gustara que hubiera una extraña presente, pero capté unas vibraciones que me preocupaban. Eran una vibraciones muy extrañas.

Ahora os toca a vosotros buscar esos intrigantes mensajes ocultos que, según se ha mantenido históricamente, contienen varios de los trabajos de los beatles, entre ellos el disco blanco. Avisadnos sobre nuevos descubrimientos.

Yo ya te lo dije


2 comentarios:

Anónimo dijo...

B r a v o!! Fdo. Cígate un fumarro

Anónimo dijo...

Lo haré a tu salud, querido y anónimo lector...Un abrazo.