miércoles, 26 de noviembre de 2008

Música & Drogas II

“Las drogas en el punk británico. Suciedad, Furia y Velocidad” (II) (por Diego Manrique Núñez)

Las visitas a Inglaterra en 1976 de los Ramones y Johnny Thunders & The Heartbreakers (la mitad de los New York Dolls más el es Television Richard Hell) prendieron la mecha de un movimiento en pañales. Pero no sólo en lo musical: en el círculo neoyorquino la heroína estaba ampliamente arraigada y los ingleses también quisieron imitar esa parte. “Yo fui quien le hizo probar la heroína a Johnny Roten, el primero que le inyectó. No estoy orgulloso de ello. No me gustó, y no volví a hacerlo con nadie. Yo presenté a Nancy y a Sid, y fue ella quien incitó a Sid a Probarla. Una vez, pinché a Sid hacia atrás, con la aguja apuntando a la vena de arriba abajo, y él no sabía que se pudiese hacer eso. Estaba asustadísimo, pero no se atrevió a decir nada. Lo de los Pistols era teatro (...) Eran unos críos. Nosotros éramos mucho mayores. Cuando llegaba el momento de poner el instrumental sobre la mesa y calentar el caballo, se acojonaban”contó Jerry Nolan, batería de los Heartbreakers en Por favor, mátame, la bíblia del punk americano.

Entran aquí a escena dos iconos fundamentales: Sid Vicious y Nancy Spungen. Vicious no cogió el bajo en los Pistols hasta principios de 1977, sustituyendo a Glenn Matlock, pero antes ya estaba metido en el mundillo. Dee Dee Ramone también lo conoció en 1976, poco después del seminal concierto de los Ramones en el Roundhouse londinense: “Alguien me preguntó si quería algo, y dije ‘si, un poco de speed’. De repente, me encontré con un enorme montón de speed en las manos. Entonces Sid sacó una jeringuilla, introdujo en ella una buena cantidad de speed, metió la aguja en el retrete lleno de vómitos y meados y la cargó. No lo calentó. Lo movió un poco, se lo clavó en el brazo y despegó”.

También Nancy era un personaje de Nueva York: groupie, bailarina de striptease, yonqui y prostituta ocasional, llegó a Londres pesiguiendo a los Heartbreakers, pero allí encontró a Sid y quedaron unidos hasta que la muerte los separó. La tormentosa relación de Sid y Nancy se basaba en gran parte en el consumo de heroína, lo cual, evidentemente, no favorece la implicación de Vicious en unos Sex Pistols que en noviembre de 1977 ya eran número uno en Gran Bretaña con su debut, Never mind the bollocks. Malcolm McLaren llegó a intentar el secuestro de Spungen para llevarla a Estados Unidos y alejarla de su pupilo, pero no sirvió de nada. Si acaso, para unir más a la pareja tóxica. Ya en 1978, los Pistols marcharon a su primera gira norteamericana, que acabó en un fenomenal caos –como ya había pasado en su Anarchy in the UK tour- y en la separación del grupo. Nancy y Sid cada vez estaban más colgados, y él sufrió, nada más romper con los Pistols, una sobredosis. El 12 de octubre, Sid fue detenido por haber asesinado a Nancy con un cuchillo en el Hotel Chelsea de Nueva York. Negó ser el autor (dijo haber estado durmiendo en la bañera, demasiado puesto, mientras Nancy moría) y salió de la cárcel pagando una fianza, pero no pudo llegar a demostrar su inocencia: el 1 de febrero de 1979 fallecía tras inyectarse una dosis excesiva de heroína muy pura.

La muerte de Sid y Nancy significó también el final de la época más brillante del punk británico –salvo los Clash, el resto de los grupos fueron cuesta abajo, y para 1985 casi todos se habían separado- y el comienzo de muchas muertes debidas al caballo. El caso más dramático fue el de los Pretenders: en 1982 moría James Honeyman-Scott, y en 1983 el bajista Pete Farndon, después de meterse una speedball de heroína y cocaína.

Al analizar lo ocurrido en esos años, sorprende el cinismo de Malcolm McLaren:”¿De verdad que se pinchaban en los lavabos mientras yo me ocupaba de todo? Yo no sabía nada. Por lo que respecta a las drogas, yo no tenía ni idea de lo que tomaban” (Por favor, mátame). Johnny Rotten, el líder de los Sex Pistols que se vio amenazado por el desaliñado carisma de Vicious, al menos ha reconocido saber lo que pasaba, aunque con la ironía y aires de superioridad marca de la casa: “No hay personalidades adictivas. Hay personalidades vagas, gente que se hace dependiente de algo que no necesita realmente. Y Sid era de ellos, y además tenía un tremendo problema de ego. No pudo superarlo, y lo peor es que se ha creado alrededor de su muerte toda una cultura en la que las bandas piensan que ser un yonqui es fantástico y que la muerte es el único final fabuloso”. Implacable y consumidor de speed en su momento y de alcohol siempre (“el alcohol no es un problema”) su tanteo con la heroína antes relatado también recibe una tajante opinión: “Es una mierda. Todo el mundo se metía y yo estaba en contra, pero me decían que no podía opinar si no lo probaba. Bien, lo probé, no una sino dos veces y lo odié. Es una estupidez, una droga de perdedores”.

También los Clash tuvieron enormes problemas con el caballo. En 1982 tuvieron que despedir a Topper Headon , batería que llevaba desde 1979 enganchado, en 1981 ya tenía que consumir 100 libras al día (“para estar normal”, en sus palabras), y a finales de ese año fue detenido en el aeropuerto de Heathrow tratando de pasar una pequeña cantidad. Mick Jones, el genial guitarrista de los Clash, había sido también arrestado, en 1978, aunque por posesión de cocaína. Fue éste un caso único de esos años: la cocaína iba contra los principios punk, era la droga de las decadentes y viejas estrellas de rock (las cosas cambiarían según comenzara la década de los 80, y su uso se generalizará , incluso la combinación con el caballo en las speedballs ya mencionadas). También los alucinógenos estaban pasados para los punks, eran cosa de hippies, aunque gente como Pete Shelley, el cantante de los Buzzcocks, estuvo una época muy pillado con el LSD.

Fueron, sin duda, dos de las drogas que protagonizaron el punk inglés: el speed, que lo propulsó, y la heroína, que lo mató.

1 comentario:

Anónimo dijo...

punk is not dead!

Patti Smith