jueves, 27 de noviembre de 2008

Gloria Fuertes

Esta ‘rara avis’ de la Literatura española nació en el madrileño distrito de Lavapiés allá por 1917. Conocida por su etapa como “poetisa de los niños” a raíz de su propia auto caricaturización tras poner letra a la sintonía del programa “Un globo, dos globos, tres globos” a mediados de los años 70, cuenta, sin embargo, con una vastísima obra de poesía para adultos de un valor considerable y marcada, en gran medida, por los dos hechos que determinaron su vida; la guerra incivil (como ella la llamaba) y la muerte de su madre.

Esta escritora autodidacta (nunca fue a la Universidad como estudiante, aunque paradójicamente, si como profesora) dotada de un estilo imprevisible, de gran originalidad y profundamente despreocupada por la rigidez estilística (hecho éste que le ha costado tantos elogios como críticas), no gozó nunca del reconocimiento que seguramente si mereció. Probablemente esto se deba a una deliberada ambigüedad política ejercida durante toda su vida. Los partidos de Izquierda la acusaban de haber trabajado con el régimen franquista (aunque fue sólo de secretaria y para poder llenar el estómago, como ella misma reconocía), pero Gloria odiaba profundamente los autoritarismos, y criticó en diferentes ocasiones a los dictadores y a sus sistemas oligárquicos (especialmente en su tertulia poética femenina “Versos con faldas”). Tal vez, la animadversión hacia la poetisa también se deba a las reiteradas críticas de la misma hacia algunos altos cargos socialistas de la primera época (democrática, se entiende) algo propensos a hinchar sus bolsillos excesivamente.

Por su parte, la Derecha desconfiaba de una autora homosexual (creía que los homosexuales irán al reino de los cielos) tan contestataria y rebelde que cuestionaba, siempre a su manera pero constantemente, el orden establecido. Gloria Fuertes siempre estuvo del lado de los más débiles, de los desahuciados, y siempre presumió de su origen humilde, de su pertenencia a la clase obrera con la que se sentía profundamente identificada y a la que dedicó gran parte de su obra.

Es por eso que Gloria Fuertes use habitualmente un lenguaje coloquial en su poesía, un lenguaje de la calle y casi infantil en ocasiones, que sabe mezclar con total naturalidad con otros tonos burocráticos, formales e incluso religiosos.

Pese a abordar el tema de la soledad y la amargura (incluso la muerte está muy presente en su obra) en muchos de sus poemas, suele hacer que su optimismo venza a esos estados de ánimo quizás tan asumidos, que despoja de su solemnidad en cualquier momento con ese coloquialismo siempre, a la postre, vencedor. Dotando en cuanto le es posible a los hechos cotidianos de un nuevo significado, de una nueva esperanza bajo ese manto de sencillez.

Gloria Fuertes tenía también un punto de vista profundamente femenino de la vida, maternal en muchas ocasiones. Desbarata los clichés del amor (bueno, y todos), odia la institucionalización de las relaciones personales, pues considera que el amor no lo debe organizar la sociedad, sino que debe fluir de un modo natural. No entiende la monogamia y aboga por un “carpe diem sentimental” que venza al dolor de saber con certeza que la relación en que estemos inmersa no tardará en terminar.

Pese a ello, su postura no es la de una feminista radical, sino que se encuadra en una moderación que busca la mejora social no sólo para la mujer, sino para todos los desfavorecidos, para todos los que, como ella, provienen de las capas más humildes de la sociedad, algo que se evidencia en su obra. Ella llega a considerarse “...más pacifista que artista. Más humanista que feminista...”.

Su autor preferido fue Unamuno, aunque además podemos citar entre sus influencias la poesía de la Edad de Oro (con Góngora a la cabeza), Gil de Biedma, Rosalía o Machado, pero también autores religiosos como Sor Juana o San Juan de la Cruz a quien dedicó un poema dirigiéndose a él como Juanito. Sin embargo, pese a tener presente la tradición religiosa, Gloria Fuertes en su poesía hace un canto a la vida en la tierra, y desconfía de la ortodoxia religiosa de misa dominical y rectitud impenitente. A ella, sencillamente, le cae bien Jesucristo porque ayudaba al necesitado y era, como ella, de origen sumamente humilde.

Porque lo que Gloria Fuertes hacía era eso, ayudar con su poesía a los demás, acercarla al que la necesitaba. Siempre con su visión femenina y la mirada puesta en los más sencillos, en la clase obrera más explotada, sin significar esto que el pesimismo inunde su obra, pues ella de origen también humilde (“nací para puta o payaso”) mantiene un optimismo vital y pone buena cara a la vida, animando a sus lectores a imitarla.

La suya es una sabiduría de calle, optimista. Nadie es malo por naturaleza (como bien decía Rousseau), sonríe a la vida, y así se expone a los demás, le hagan caso o no. Lo suyo son ansias de libertad para ella y sus semejantes. Con todo, esto no hace de ella una mojigata inocente, Gloria Fuertes también sabía sacar el carácter, y lo hacía a menudo.

Gloria Fuertes buscó siempre la complicidad de sus lectores. Su poesía obligaba a poner mucho de uno mismo, a reinterpretarla. Es una literatura de doble lectura en contra del cliché, que requiere ser releída para dar con esa interpretación menos ingenua, más profunda, cuestionando a su manera el orden establecido, porque su poesía, como bien se encargó de advertir, era una poesía muy trabajada, con unos versos estudiados metódicamente, pese a su aparente desaliño e improvisación.

Gloria Fuertes murió tal día como hoy hace diez años víctima de un cancer de pulmón (era una ávida fumadora), y en un acto de coherencia propio de alguien como ella, donó 110 millones de pesetas que había ganado en apariciones públicas a una institución infantil, devolviendo a los niños lo que les correspondía, pues fue gracias a ellos que amasó esa cantidad de dinero. En la Fundación, que lleva su nombre, se encuentra su archivo, cerrado al público, que recoge centenares de inéditos y hasta 12000 papelitos, pues solía escribir en cualquier circunstancia (y a diario).

Para terminar os dejamos con esta autobiografía de la poetisa madrileña.

Gloria Fuertes nació en Madrid
A los dos días de edad,
Pues fue muy laborioso el parto de mi madre
Que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
Y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,

Alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
Y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
Y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
Pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
Donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.

Escribo por las noches
Y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
Y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
Escribo en un peridico de niños,
Y quiero comprarme a plazos una flor natural
Como las que le dan a Pemán algunas veces.

Antonio

No hay comentarios: