lunes, 1 de febrero de 2010

J.D. Salinger


A Salinger le bastó un sólo libro para ganarse un pase vip en el olimpo de los grandes autores. "El guardian entre el centeno" es una obra cumbre de la literatura universal y quien no lo haya leido debería apagar ahora mismo el ordenador y salir en busca de su ejemplar.

Puede sonar a trillado, pero es cierto que todos llevamos un Holden Caulfield dentro. De hecho, si no fuera así ¿Qué sentido tendrían tantas cosas?

Pese a lo exiguo de su obra publicada ("El guardián entre el centeno", "Nueve cuentos", "Franny y Zooey", "Levantad carpinteros la viga del tejado", aparte de colaboraciones en diversas revistas), Salinger adoraba escribir, aunque aseguraba que lo hacía para sí mismo. Siempre gozó de una mercida fama de ermitaño (sólo concedió una entrevista a lo largo de su vida). Amaba la vida, pero lo hacía a su manera.

El pasado miércoles 27 de enero, el neoyorquino al que Hemingway le aseguraba "un talento infinito" nos decía adiós a los 91 años de edad en New Hampshire. Murió de causa natural.

El también recientemente desaparecido Mario Benedetti al hablar de Salinger decía lo siguiente:

“no cierra los ojos, ni se droga ni se escapa. Es un atrincherado, pero no un evadido; en última instancia, es alguien que no renuncia a descubrir un sentido en la vida; alguien que, así sea pasivamente, aún resiste. Alguien que busca, con serenidad y denuedo, un punto de apoyo”.

El propio Salinger, en referencia a su escaso bagaje editorial, aseguraba en aquélla única entrevista que referíamos anteriormente:

"Hay una paz maravillosa en no publicar. Es pacífico. Tranquilo. Publicar es una terrible invasión de mi vida privada. Me gusta escribir. Amo escribrir. Pero escribo sólo para mí mismo y para mi propio placer"

También me gusta la frase en la que, no se sabe si hablando por él mismo o haciendo de portavoz de Holden, afirmaba que:

"Lo que más valoro es cuando uno queda completamente agotado después de leer un libro y desea ser amigo del autor y poder llamarlo por teléfono en cualquier momento"

Como datos anecdóticos, añadir que, según cuentan, solía beberse su propia orina y que Charles Chaplin le arrebató a la que fue su primera novia, Oona O'Neill.

Parece ser que en breve podremos ver la tormentosa vida del escitor en pantalla grande. El cineasta Shane Salerno ha rodado un extenso documental en el que narra las desventuras de J.D. y en la que, según la rumorología, podría aparecer el propio Salinger. Esperaremos, cargados de reparos, a comprobarlo. Así como esperaremos a que empiece a circular esa obra que escribía para sí. Esa desgarradora amalgama que, con toda probabilidad, esconderá en bonitos textos una forma peculiar y envidiable de enfrentarse a este jodido mundo.

Espérame en el cielo.

Yo ya te lo dije

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