viernes, 26 de junio de 2009

Michael Jackson



Esta mañana he estado intentando recordar qué debia estar haciendo cuando me enteré de la muerte de Frank Sinatra, de Marlon Brando o de Kurt Kobain. No he podido dar con la soluciòn. Sin embargo, nunca olvidaré còmo supe de la desapariciòn de Michael Jackson (en la imagen junto a sus hermanos).

En esta minùscula isla del Mediterràneo, tomando la ùnica cerveza que me podia permitir antes de cobrar el primer sueldo del verano me encontraba. Charlaba con poco interès de esto y aquello con mis compañeros de trabajo. Una charla la mar de superficial. Y no es que me las dé de profundo, de pensador o filòsofo pero ahi me hubiera gustado veros a vosotros...

El caso es que en el improvisado corrillo irrumpiò Alessandra, a quien siempre encontramos tras la barra del "Malvasia", sirviendo consumiciones varias y con una càndida mirada dirigida a su eterna pareja, Stefano, propietario del pintoresco local (y si, berlusconiano convencido, glups).

No suele hablar mucho Alessandra, pero sin venir a cuento espetò un històrico "ha muerto Michael Jackson" con una innegable cadencia siciliana. La conversaciòn se detuvo en seco y todos nos dirigimos hacia ella para confirmar la exclusiva.

Ella, apocopada y aturdida no parecia estar convencida y nos remitia a una fuente poco fiable. Los muchachos comenzaron a bromear sobre el lado màs oscuro de la carrera de Michael Jackson. Mientras, yo habia dejado de emitir sonido susceptible de traducciòn desde que salieron esas cuatro palabras de la boca de Alessandra. No hacia falta màs, intui en seguida que a esas horas ya habia nacido el mito, que se habia ido para siempre un artista absolutamente inclasificable y que, lamentablemente, no podria asistir a ninguno de sus conciertos proyectados en Europa, como era mi intenciòn. Contuve un llanto mitad de tristeza, mitad de alegria contenida por la forma tan digna en que recibi la luctuosa noticia. Entonces la televisiòn italiana comenzò a emitir videoclips de Jacko y todo adquiriò la forma de las noches de silencio forzoso, de los velatorios màs afligidos, de una cerveza que quedarà para siempre. Me fui a dormir, o casi.


Antonio

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