Las Robertas / Mujeres. Sala Matisse, jueves 2 de junio de 2011
“Noche de mujeres”
Se percibía en el ambiente una considerable expectación entre la parroquia más resuelta y moderna de la ciudad para recibir en Valencia a Las Robertas y a Mujeres tras el exitoso paso de ambas bandas por el Primavera Sound.
Abrieron la velada Las Robertas, que se presentaban con una remozada formación, esta vez en formato de trío clásico, con Mercedes Oller, Montserrat Vargas y Franco Valenciano. Los costarricenses, sin hacer alarde de virtuosismo instrumental (aunque esto no es aplicable a la pericia de Franco a la batería), y lidiando con el sonido infame que les proporcionó la Sala Matisse, se marcaron un recital claramente deudor del indie pop más irreverente y ruidoso de los cada vez más reivindicados años 90. Su noise de manual, con devaneos lo-fi y guiños al c-86, el shoegaze y las riot girls nos recordó a multitud de bandas según se sucedían las canciones. De aquí nos hicieron añorar a Iluminados, Guedeon Della o Sibyl Vane; mientras que de allí nos venían a la mente desde Pavement, Throwing Muses, The Vaselines o Jesus & Mary Chain, hasta Kenickie y Heavenly.
El grupo llegaba con disco nuevo bajo el brazo, el sugestivo “Cry out loud”, y lo presentaron casi al completo con esa actitud tan particular, rayana en la indolencia, que esgrimieron Mercedes y Montserrat, pero con el ruido y la melodía envolviéndolo todo para regocijo de un público bastante receptivo a la atractiva propuesta de los centroamericanos.
Para refrendar el homenaje a los 90 más underground y no dejar ningún resquicio de dudas sobre su inclinación hacia la baja fidelidad se marcaron una versión de los norteamericanos Beat Happening que destacó entre otras canciones tan resultonas como “Tele”, “Damn 92” o “Back to the end”. En suma, un recital bastante entretenido y que supuso un aperitivo ideal para el atracón que vendría después.
A continuación ocupaban el escenario Mujeres, y a los barceloneses les hizo falta poco para satisfacer a un público metido en el bolsillo de antemano. Comenzaron su set con “L.A.” y de ahí al final del mismo se fueron sucediendo sobre las tablas una serie de frenéticos trallazos incontestables que sortearon incluso las deficiencias de sonido antes comentadas.
El cuarteto transita las sendas del Rock and Roll y el Garage con destreza y sin complejos y lo hacen sin necesidad de apropiarse de los clichés propios del género. Ellos no llevan botines ni flequillos “príncipe de Beckelar”, y sí camisas de cuadros y barba de tres días, pero firman canciones que parecen facturadas mano a mano por Link Wray y los Standells y que harían sentiré orgulloso al mismísimo Billy Childish.
Mujeres aprovecharon la ocasión para ir salpicando la actuación con algunas de las nuevas canciones que compondrán su próximo trabajo que, por lo oído, promete ser tan adictivo y agreste como su homónimo álbum de debut, el cual todavía supone la base de sus actuaciones. En este caso volvieron a interpretar casi todo el disco, con mención especial a himnos potenciales de la talla de “Franctic”, “Amusement”, “Reyerta” o “No quiero verte más”.
La trepidante velocidad de crucero imprimida por el cuarteto a su actuación tan sólo se vio aplacada por algún contratiempo técnico y por esos momentos más “pausados” en que parecían ser el grupo residente del baile del “Encantamiento bajo el mar”. Pero antes de que diera tiempo a elegir a la Reina de la fiesta ya estaban poniendo la sala patas arriba otra vez.
En el apartado de las versiones, Mujeres también estuvieron acertadísimos a la hora de seleccionarlas y llevarlas a su terreno. Hicieron un par de paradas en Perú para reinterpretar a Los Saicos (“Come on” y “Demolición”), y después se despacharon a gusto con The Beatles (“Please, please me”) y The Velvet Underground (“Run run run”).
Se despidieron prometiéndonos besos en el prepucio y regresar en otoño, tras grabar el que será su esperado segundo álbum de estudio. Los estaremos esperando.
Yo ya te lo dije
“Noche de mujeres”
Se percibía en el ambiente una considerable expectación entre la parroquia más resuelta y moderna de la ciudad para recibir en Valencia a Las Robertas y a Mujeres tras el exitoso paso de ambas bandas por el Primavera Sound.
Abrieron la velada Las Robertas, que se presentaban con una remozada formación, esta vez en formato de trío clásico, con Mercedes Oller, Montserrat Vargas y Franco Valenciano. Los costarricenses, sin hacer alarde de virtuosismo instrumental (aunque esto no es aplicable a la pericia de Franco a la batería), y lidiando con el sonido infame que les proporcionó la Sala Matisse, se marcaron un recital claramente deudor del indie pop más irreverente y ruidoso de los cada vez más reivindicados años 90. Su noise de manual, con devaneos lo-fi y guiños al c-86, el shoegaze y las riot girls nos recordó a multitud de bandas según se sucedían las canciones. De aquí nos hicieron añorar a Iluminados, Guedeon Della o Sibyl Vane; mientras que de allí nos venían a la mente desde Pavement, Throwing Muses, The Vaselines o Jesus & Mary Chain, hasta Kenickie y Heavenly.
El grupo llegaba con disco nuevo bajo el brazo, el sugestivo “Cry out loud”, y lo presentaron casi al completo con esa actitud tan particular, rayana en la indolencia, que esgrimieron Mercedes y Montserrat, pero con el ruido y la melodía envolviéndolo todo para regocijo de un público bastante receptivo a la atractiva propuesta de los centroamericanos.
Para refrendar el homenaje a los 90 más underground y no dejar ningún resquicio de dudas sobre su inclinación hacia la baja fidelidad se marcaron una versión de los norteamericanos Beat Happening que destacó entre otras canciones tan resultonas como “Tele”, “Damn 92” o “Back to the end”. En suma, un recital bastante entretenido y que supuso un aperitivo ideal para el atracón que vendría después.
A continuación ocupaban el escenario Mujeres, y a los barceloneses les hizo falta poco para satisfacer a un público metido en el bolsillo de antemano. Comenzaron su set con “L.A.” y de ahí al final del mismo se fueron sucediendo sobre las tablas una serie de frenéticos trallazos incontestables que sortearon incluso las deficiencias de sonido antes comentadas.
El cuarteto transita las sendas del Rock and Roll y el Garage con destreza y sin complejos y lo hacen sin necesidad de apropiarse de los clichés propios del género. Ellos no llevan botines ni flequillos “príncipe de Beckelar”, y sí camisas de cuadros y barba de tres días, pero firman canciones que parecen facturadas mano a mano por Link Wray y los Standells y que harían sentiré orgulloso al mismísimo Billy Childish.
Mujeres aprovecharon la ocasión para ir salpicando la actuación con algunas de las nuevas canciones que compondrán su próximo trabajo que, por lo oído, promete ser tan adictivo y agreste como su homónimo álbum de debut, el cual todavía supone la base de sus actuaciones. En este caso volvieron a interpretar casi todo el disco, con mención especial a himnos potenciales de la talla de “Franctic”, “Amusement”, “Reyerta” o “No quiero verte más”.
La trepidante velocidad de crucero imprimida por el cuarteto a su actuación tan sólo se vio aplacada por algún contratiempo técnico y por esos momentos más “pausados” en que parecían ser el grupo residente del baile del “Encantamiento bajo el mar”. Pero antes de que diera tiempo a elegir a la Reina de la fiesta ya estaban poniendo la sala patas arriba otra vez.
En el apartado de las versiones, Mujeres también estuvieron acertadísimos a la hora de seleccionarlas y llevarlas a su terreno. Hicieron un par de paradas en Perú para reinterpretar a Los Saicos (“Come on” y “Demolición”), y después se despacharon a gusto con The Beatles (“Please, please me”) y The Velvet Underground (“Run run run”).
Se despidieron prometiéndonos besos en el prepucio y regresar en otoño, tras grabar el que será su esperado segundo álbum de estudio. Los estaremos esperando.
Yo ya te lo dije
No hay comentarios:
Publicar un comentario